Las fuertes lluvias que han azotado el noreste de Italia en los últimos días han provocado una de las peores inundaciones de su historia, con un saldo trágico de al menos cinco muertos, varios desaparecidos y más de 5.000 evacuados. El desbordamiento de hasta 14 ríos y torrentes ha arrasado con casas, carreteras, puentes y cultivos, dejando a miles de personas sin luz, agua ni comunicaciones.

Las ciudades más afectadas son Cesena, Faenza y Riccione, donde el agua ha alcanzado hasta tres metros de altura en algunas zonas. Los equipos de rescate han trabajado sin descanso para socorrer a los damnificados, que han tenido que refugiarse en los pisos altos o los techos de los edificios. Muchos han perdido todas sus pertenencias y sus animales domésticos.

El ministro de Protección Civil, Nello Musumeci, ha declarado el estado de emergencia en la región y ha anunciado la movilización de recursos económicos y humanos para hacer frente a la situación. Musumeci ha calificado la inundación como “algo que tiene pocos precedentes” y ha comparado su impacto con el de un terremoto.

El mal tiempo continúa y se prevén más lluvias para los próximos días, lo que aumenta el riesgo de más deslizamientos de tierra o derrumbes. Las autoridades han pedido a la población que siga las indicaciones de seguridad y que evite salir de sus casas si no es necesario. También han solicitado la colaboración de la ciudadanía para donar alimentos, ropa, mantas y otros artículos de primera necesidad a los afectados.

La inundación ha tenido también un grave impacto en el medio ambiente, ya que ha arrastrado toneladas de residuos y contaminantes a los ríos y al mar. Además, ha afectado a la biodiversidad y a la agricultura de la zona, que es una de las más productivas del país. Los expertos advierten que se necesitarán años para recuperar el equilibrio ecológico y económico de la región.